21 noviembre 2011


CREPÚSCULO

Alucinada.
Perdida en medio de la materia.
Desarmada.
Con su tierra espantada.
Desbaratada.
Incapaz de huir.
Hecha polvo frágil,
polvo irreparable,
volátil.
Polvo sumiso,
Sin voluntad.
Privada.
En soledad deprimente,
separada del conjunto.
Transmutada.
Irreconocible.
Sin pasado,
sin presente ni futuro.
Trabada.
Paralizada en el final,
en el punto crepuscular de la vida.
Casi un fantasma.
Buscando andar a tientas.
Sin rumbo y sin meta.
Presa de la infinitud.
Sin deseos o intención.
Entregada.
En un esfuerzo postrero
Extenderá su mano
Temblorosa y se aferrará,
con paradójico vigor,
a una última esperanza
de naufrago existencial.


A NATALIE
                                              I
Solo
tu soledad
es compañía,
y,
al conjuro
de próximos
recuerdos,
tus horas
no completan
hoy,
tus días.
                                             II
Un vacío,
sin llantos,
sin enojos,
indiferente
tu alma,
insensible.
¡Tan niña,
tan cansada
y
aún dormida!
                                        III
Al contemplar
tu rostro
adolescente,
del cofre
sin lacrar
de mis
recuerdos,
llega
la imagen
tuya,
succionando
la savia
que,
con mi
sangre,
el milagro
infinito
así transforma,
para seguir
nutriendo
el fruto madurado.
                                            IV
Vuelvo
a mirarte
en el
presente
inexistente.
Tu
bello rostro,
el sol
en tus
cabellos.
Tu
silueta,
alta
y espigada…
Estás
tan cerca
y
tan lejana.
                                                V
Una pregunta
que
es difícil
expresar
con mis
palabras,
martillea
no obstante
en mente
y alma,
en cada
fibra y
en el yo
inconciente
se agazapa.
¿Qué logro
con sentirte,
con amarte…
si no puedo
llegar
como
lo hiciera…
con una savia
nueva que,
como
aquella otra,
te fortaleciera
y te diera
la vida
nuevamente?